Mientras su prestigio es cada vez mayor y se han erigido como los centros españoles mejor posicionados en los rankings de referencia a nivel mundial, también ostentan el dudoso honor de ser las universidades públicas con la matrícula más cara de toda España.
Esto no es cuestión baladí, puesto que se ha traducido en un descenso de matriculaciones desde el curso 2011-2012, cuando se aprobó un aumento de las tasas por parte del Gobierno español con el beneplácito del Govern de Convergència i Unió, que provocó una subida de las tasas de más de un 60 por ciento. Las restricciones económicas han provocado la pérdida de 1.000 profesores.
El pasado mes de septiembre se iniciaba un curso universitario con más de 230.000 estudiantes entre grados, ciclos y máster en las 12 universidades catalanas. Los campus universitarios catalanes cosechan méritos y reconocimientos a nivel nacional e internacional, como son los campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) o de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), que tienen la calificación de Campus de Excelencia Internacional como garantía por parte del Gobierno de España de sus mejores centros. Estas menciones, y otras referentes a innovación e investigación, han hecho que los rankings más prestigiosos del mundo académico español tengan como máximos representantes a los centros catalanes, que además han mejorado su prestigio en los últimos cursos.
Entre los 200 mejores centros de educación superior internacionales, según el prestigioso ranking de Times Higher Education (THE), figuran tres campus españoles con la UAB en el puesto 146, la UPF en el 164 y la Universidad de Barcelona (UB) en el 174. Un hecho inaudito, ya que nunca España había conseguido situar tres universidades entre las 200 mejores. La principal razón en este caso es la actualización de los parámetros para elaborar y analizar la calidad de las 800 mejores universidades del mundo.
El otro índice más prestigioso, el ARWU, que elabora el Centro para las Universidades de Primera Categoría en la Universidad Jiao Tong de Shanghái colocó en su top 200 a la UB y a la UAB en la posición 201. Los parámetros de clasificación que utilizan son el número de investigadores altamente citados, el número de artículos publicados en revistas como Nature o Science, el número de artículos indexados en diferentes índices. Hacia el modelo anglosajón España, y Catalunya en especial, se dirige hacia un modelo que pretende imitar el éxito de las universidades anglosajonas, que copan todos los rankings. El predominio de las universidades americanas es evidente, el mejor centro de educación superior según el índice THE es el Instituto Tecnológico de California (CalTech) seguido de la Universidad de Oxford, Stanford, Cambridge, MIT y Harvard, mientras en el Shanghai, el líder es Harvard seguido de Stanford, el Instituto Tecnológico de Massachusetts. La supremacía de las universidades americanas es evidente y son el modelo de referencia a nivel mundial, pero su sistema de financiación, así como su coste, dista mucho del europeo -a excepción de Reino Unido-. De hecho, mientras la media de la OCDE apunta que las familias pagan un 14 por ciento del gasto total de las universidades públicas, en Catalunya el estudiante soporta el 25 por ciento de lo que cuesta el curso, sólo superado en proporción por países como Nueva Zelanda, Estados Unidos o Australia.
Aunque las universidades que encabezan todos los rankings son las anglosajonas, con las americanas disputándose las primeras posiciones, su sistema de financiación dista mucho del europeo. En las universidades de Estados Unidos, Reino Unido o Canadá son los estudiantes quienes soportan la mayor parte del precio de sus estudios con una media del 40 por ciento del gasto total, un modelo que obliga a muchos estudiantes a pedir créditos muy cuantiosos que tienen que pagar una vez hayan acabado la carrera y encuentren trabajo -pero el creciente paro que hay entre las nuevas hornadas de graduados amenaza con un default por el impago de las deudas que pueden ascender a más de 40.000 dólares por curso-.
Por el contrario, en el contexto europeo se da una circunstancia diferente a la situación en Estados Unidos, ya que Alemania y Holanda son quienes tienen los sistemas universitarios más potentes y a la vez asequibles económicamente para el estudiante. El país que gobierna Angela Merkel tiene nueve campus entre los cien primeros del THE, mientras que Holanda tiene ocho, un éxito rotundo. Entonces, ¿en qué espejo se debe mirar el sistema universitario español y por ende catalán? Todas estas universidades en Europa ofrecen un sistema de pagos muy reducido con muchas bonificaciones sociales, que es el modelo que había adoptado Catalunya en las últimas décadas con el consecuente aumento de estudiantes ininterrumpido desde 1970. Incluso Reino Unido, donde el precio es muy elevado, tiene un servicio de becas muy extensivo.
Si en los países nórdicos o en Alemania la universidad es gratuita y existen becas salario al alcance del estudiante, Catalunya ha duplicado prácticamente el precio de sus estudios desde la aprobación del decreto ley. Este modelo dista mucho del que se propugna desde la Generalitat de asemejarse a la excelencia de los países nórdicos en Educación. De hecho, ese modelo se caracteriza por que se paga una pequeña parte, en torno al 5 por ciento, como en Austria, Bélgica o Noruega, o del 8 ó 10 por ciento como Francia o la República Checa, mientras en Catalunya los estudiantes cargan con el 25 por ciento del gasto total. Este modelo "no es sostenible, ya que nos aleja de Europa aún más de lo que estábamos" según apunta el profesor de Historia Económica, Alfonso Herranz.
Esta subida del 47 por ciento del gasto se traduce en que si un grado como Ciencias de la Salud costaba 1.293 euros al estudiante en el curso 2010-2011, el mismo plan de estudios ahora supone un desembolso de 2.156 euros anuales. El mismo curso costaría en Madrid 1.782 euros, en Andalucía 757 euros, en el País Vasco 1.190 y en la Comunitat Valenciana 1.493. Un aumento que no viene de nuevo tras otra subida previa por la homologación de las licenciaturas a grados en el Plan Bolonia -una licenciatura años atrás podía estar alrededor de 700 ó 900 euros-.
Este aumento ha tenido como principal consecuencia una caída de la proporción de jóvenes matriculados de entre 18 y 24 años según datos del Instituto Nacional de Estadística y que recoge el estudio La financiación de las universidades públicas en Catalunya publicado por el organismo Observatorio Sistema Universitario (OSU). Algo que según apunta el trabajo, "no sucedía desde 1970", pues la tendencia siempre ha sido al alza pese a ralentizarse durante la década del boom inmobiliario. España tenía 1.347.242 estudiantes universitarios en 2011 -un 2,9 por ciento de la población total-, cuando la media de la OCDE está por encima del 3 por ciento, una cifra de la que se queda aún más lejos Catalunya con un 2,7 por ciento de la población (201.179 estudiantes). En ese sentido, la baja proporción de jóvenes tampoco sería alarmante si Catalunya contara con ciclos formativos de grado superior y formación profesional de prestigio como Alemania, Bélgica o Francia, que destacan por su alta inserción laboral. Herranz asegura que este descenso de estudiantes es muy negativo, puesto que "en períodos de crisis y ante la falta de trabajo siempre aumentaban las matrículas, y en este período se produce la anomalía de que han bajado". Estos datos desmienten algunos estigmas existentes como el de la sobrepreparación de los jóvenes españoles y el posible malgasto público por inversión en Educación.
La financiación de las universidades catalanas
La evolución de los ingresos por parte de los centros de educación superior catalanes según el informe del OSU ha supuesto en los últimos diez años entre un 12 y un 16 por ciento de los ingresos totales de las universidades. El resto proviene en su totalidad de las transferencias corrientes y de capital, de las cuales las transferencias de las administraciones públicas representan más del 90 por ciento durante toda la década. El estudio también desvela que, como otros ingresos propios y los obtenidos por alienaciones patrimoniales o mediante activos y pasivos financieros, se han situado alrededor del 14 y el 15 por ciento.
El peso de las matrículas y las tasas ha tenido una gran repercusión sobre los ingresos de los centros. Si en 2009 alcanzó un mínimo histórico cuando esta partida tan sólo suponía un 12,4 por ciento del total de los activos corrientes, en tan sólo cinco años se duplicó y alcanzó su máximo con un impacto del 26 por ciento de los ingresos, según estima el OSU. Es por esa misma razón que el secretario de Universidades e Investigación de la Generalitat, Antoni Castellà, aboga por mantener las tasas universitarias tal y como están. Castellà, que también es el líder de la escisión independentista y que ahora forma parte de Junts pel Sí tras separarse de Unió, apuesta por revertir recortes como la restricción de salarios y la reposición de profesores.
En los últimos años se ha perdido entre un 5 y un 10 por ciento del profesorado por jubilaciones no cubiertas. Según Herranz, esto puede significar "una generación pérdida de docentes jóvenes", que aunque son "los mejor preparados", no tienen oportunidad de desarrollar su carrera y cuándo la tienen es "en condiciones muy precarias que perjudica su labor en investigación". Pero la solución de la Generalitat, de momento, es mantener las tasas y la única solución sobre la mesa es ampliar las becas Equitat -en base al nivel de renta-, algo que Herranz apunta como "insostenible".